Horizontes nublados
pero llenos de sol
se asoman por mi ventana,
distantes
adornan la aridez
del suelo.
Me inclino
desolado
en un laberinto
de humo y concreto,
delante de vieja madera,
moviendo un pedazo de carbón.
Azul y verde
son colores
que observo y no veo,
como hormigas
caminando diminutas
por el suelo.
Hoy tengo miedo
que en la noche
nos quedemos sin luna,
sin esa luz
detrás de las cabezas,
que devastemos todo
hasta el propio corazón.